domingo, 21 de junio de 2015

¿El universo es masculino?.

A diferencia de la mujer, el varón es hermoso, porque, a diferencia de la mujer, es un ser espiritual.

Eso significa Que el hombre tiene curiosidad (quiere saber cómo es el mundo que le rodea, y cómo funciona). Que piensa (obtiene inferencias de los datos que encuentra). Que es creador (hace cosas nuevas sobre la base de lo que conoce acerca de lo ya existente.) 

No hay duda de que de todas esas cualidades del varón la curiosidad es la más acusada. Se trata de una curiosidad tan diferente de la de la mujer que la cosa requiere imprescindiblemente algunos comentarios.

La mujer no se interesa en principio más que por cosas que puede aprovechar directa y útilmente para sí misma. Cuando una mujer lee un artículo político, es mucho más probable que esté intentando capturar a un estudiante de Políticas que interesándose por la suerte de los chinos, los israelitas o los sudafricanos. Si consulta en un diccionario el artículo dedicado a un filósofo griego, eso no quiere decir que se le haya despertado repentinamente el interés por la filosofía griega, sino que necesita alguna palabra relacionada con aquel filósofo para resolver un crucigrama. Si está estudiando los prospectos de publicidad de un nuevo automóvil, es que se lo quiere comprar, y no que esté platónicamente interesada por sus posibles novedades técnicas. 

La curiosidad del varón es muy diferente: se basa a sí misma, no está directamente ligada a ningún efecto útil. Y, sin embargo, es más útil que la de la mujer. Es interesante acercarse a una obra en la que estén poniendo a prueba alguna nueva máquina o herramienta, por ejemplo, un nuevo tipo de excavadora. Apenas habrá un varón -cualquiera que sea su capa social que pase de largo sin echar por lo menos una prolongada mirada a la nueva máquina. Muchos de ellos se pararán y hasta entrarán en conversación con desconocidos acerca de las cualidades de la nueva máquina, de su rendimiento, de las causas del mismo, y de su relativa diferencia respecto de los modelos corrientes.

Si los hombres detuvieran por un momento su ciega productividad y se pusieran a reflexionar sobre esto, desenmascararían por fuerza en un abrir y cerrar de ojos a las mujeres, con sus collarcitos, sus blusitas de volantes y sus sandalitas doradas; y con la inteligencia, la imaginación-y la capacidad de, alcanzar objetivos que es propia de los varones, podrían construir en pocos días un nuevo aparato, una especie de máquina ginecomorfa que les ofreciera un sucedáneo equivalente de la mujer, que ni por fuera ni por dentro tiene nada original. ¿Por qué temen los varones tanto a la verdad?

Fuente: Libro Varon Domado de Esther Vilar.

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